sábado, 9 de mayo de 2015

Los placeres del condenado - p. trece


Una coseja boba al fin y al cabo:
intentábamos tenerlo siempre encerrado en casa para que
los vecinos no lo viesen.
Era difícil, a veces los dos teníamos que
salir a la vez y cuando volvíamos
habia excrementos y orin por todas
partes.
No iba a aprender a ir al baño
pero tenia los ojos mas azules que habías
visto nunca
y se comía todo lo que le hacíamos
y a menudo veíamos la tele juntos.
Na tarde volvimos a casa y había
desaparecido.
Había sangre en el suelo,
había un reguero de sangre.
Lo seguí hasta el jardín afuera
y allí estaba en la maleza,
mutilado.
Tenía un cartel colgado en el cuello
cortado:
'no queremos cosas así en nuestro
vecindario'.
Fui al garaje a coger la pala.
Le dije a mi mujer 'no salgas aquí fuera'.
Luego volví con la pala y
empecé a cavar.
Sentía
las caras observándome detrás de
las cortinas corridas.
Ya habían recuperado su vecindario,
un agradable y tranquilo vecindario con su verde
césped, palmeras, rotondas, niños,
iglesias, un supermercado,etc.
Seguí cavando la tierra.

(Fotografía - Rainer Torrado en su tumblr http://adulthoodnow.tumblr.com/)


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