Los placeres del condenado - p. quince

En el vestíbulo:

Lo vi sentado en una butaca en el vestíbulo

Del hotel Patrick

Soñando con peces voladores

Y dijo ‘hola amigo

Tienes buen aspecto.

Yo no estoy tan bien,

Me han arrancado el pelo

Vaciado las entrañas

Y el color de mis ojos

Se ha ido de vuelta al mar.’

Al sentarme le oí

Dar el

Último suspiro.

Poco después se acercó el recepcionista

Con su sombra de ojos verde

Y entonces el recepcionista vio lo que yo sabía

Pero ninguno de los dos sabía

Lo que el viejo sabía.

El recepcionista se quedó allí plantado

Casi sorprendido,

Atónito,

Preguntándose adónde se habría ido el viejo.

Se puso a gesticular como un simio

Al que hubieran arrebatado un plátano de la mano.

Y entonces se agolpó el gentío

Y el gentío miraba al viejo

Como si fuese un bicho raro

Como si hubiera hecho algo malo.

Yo me levanté y abandoné el vestíbulo

Salí afuera a la calle

Y me puse a caminar con los demás

Barrigas, pies, pelo, ojos

Todo en movimiento, en marcha

Preparándose para volver al principio

O encender un puro.

Y entonces alguien me pisó

El talón por detrás

Y tan enfadado estaba que solté una maldición.

(foto: mi escritorio. Hubo tiempos mejores -y peores-)