Es tradición en mis blogs y en mi vida hacer una recapitulación al final de cada año. No se como me apaño pero siempre me pasan cosas, algunas dignas de mencionar y otras dignas de olvidar pero muchas de éstas no me importa contar. No se si es un defecto o una virtud pero me gusta escribir y contar, muchas veces a través de las historias de instagram, como me siento y todos mis struggles. Así que aquí tenéis mi año 2018 que, desde luego, podría haber sido mejor (y peor).
El año empezó en enero (buen chiste) y perdiendo a gente. La perdida dolió mucho pero aunque haya pasado un año de esta perdida yo sigo sin olvidar a esta gente. Cuando pasas tantas horas viviendo y hablando con una persona y de la noche a la mañana desaparece de tu vida y ya no hay ningún tipo de contacto duele, y mucho. Pero mi 2018 resolution era recuperar mi estabilidad mental y mi cuerpo y sentía que si seguía como hasta entonces no podría hacerlo así que corté por lo sano.
Durante el año pasado, sobretodo durante los meses de verano, me perdí. No era dueña ni de mi cabeza ni de mi cuerpo y eso me pasó factura. Yo siempre he pesado de más, no tengo ningún reparo en decirlo, pero el año pasado con mi 1,70metros de altura llegué a pesar unos 130 kilos. Nunca había llegado a ese limite y la verdad que me destrozó. La ropa no me cabía, solo me apetecía estar encerrada en casa y pasar las horas tirada en la cama con mi perro y comiendo galletas. Y así llegue a ese límite. Me compraba ropa por internet que me iba pequeña y que no podía estrenar. El uniforme del trabajo que en mayo me iba bien, en agosto me iba pequeño. Me destrozó. Pero bueno, la vida seguía, aunque muchas veces me ahogase al caminar o ni si quiera pudiera terminar de subir las escaleras de casa. Pero el día que me di cuenta que ya no podía seguir así fue una noche en diciembre del año pasado cuando fui con unos amigos a cenar y a la hora de sentarme en la silla del restaurante no cabía. No se lo dije a nadie pero solo quería salir de ahí corriendo e irme a casa.
Una vez que esta persona desapareció de mi vida intenté recuperarme pero me costaba mucho. Por mucho que intentase comer mejor o hacer ejercicio, no existía esa fuerza de voluntad.
Febrero llegó y con él mi primer viaje en solitario. Es verdad que el destino era la ciudad donde había vivido antes pero era la primera vez que viajaba sola y estaba un poco asustada pero todo fue bien. Me hospedaba en un hotel en mi antiguo barrio y volví a sentir que estaba como en casa. Se me hizo un poco cuesta arriba ya que toda la ciudad me recordaba a la persona que había perdido recientemente. Tenía miedo de encontrármela por la calle, ya que no sabía si me guardaba rencor, si me odiaba o si, simplemente, pasaría de mi y yo estaba segura que cualquier situación me dolería. No se si por suerte o por desgracia no vi a esa persona. Siempre me quedará esa duda de '¿qué hubiera pasado si...?'
Pasaron los meses y se acercó el momento de empezar a trabajar (para quien no lo sepa, sólo trabajo de mayo a octubre, ya sabéis, la temporada alta en un destino de sol y playa) y con él descubrí a Carlos Ríos y el 'realfooding' (la comida real de toda la vida). Al empezar a trabajar decidí cambiar mi dieta, en plan 'año nuevo vida nueva' pero, ahora si, seguro. La comida real se basa en no comer ningún producto que sea ultraprocesado y poco a poco fui perdiendo peso, a pesar de que no hiciera nada de ejercicio. No me lo podía creer pero bueno, si veo resultados, sigo comiendo igual y deshaciéndome de toda la basura que he estado comiendo durante los últimos 25 años. Al cambiar mi dieta observé que mi piel también estaba cambiando. Los granitos que siempre había tenido (aparte de los granitos hormonales, que a esos no les podemos hacer nada) desaparecieron. Resulta que cuando como azúcar me salen muchos granos. Yo de verdad que estaba fascinada porque pensaba que siempre iba a tener granos y resulta que si cuido mi dieta y no como nada que contenga azúcares no me salen! Os juro que estaba flipando pero mi cara nunca se había visto tan bien, de verdad.
Aparte de la piel de la cara también tenía mucho complejo de todas las estrías que tenía en la barriga. Estaba toda roja. Y los brazos también. De verdad que cada vez que me miraba al espejo era una tortura (y yo elegía no mirarme al espejo. De hecho, cogí la costumbre de al ducharme hacerlo siempre con los ojos cerrados para no tener que verme desnuda por el asco que me da).
Pero quitado de todo esto tan negativo pude recuperar a amigos y desde aquí y si lo leéis, os doy las gracias por estar ahí aunque yo no estuviera. Gracias por esperar a que yo volviera y gracias por todo. De hecho, nunca podré agradecéroslo -ya sabemos todos que no soy muy dada ni a abrazos, a contacto físico ni a muestras de cariño pero de verdad, gracias-.
También he podido conocer durante estos últimos meses a gente maravillosa con la que me he abierto en canal y he contado muchas cosas que me cuesta mucho decir en voz alta.
Ha aparecido gente bellísima pero también ha desaparecido otra, tóxica, de la que no me arrepiento de haber dado la patada y haber hecho el vacío poco a poco. Porque gente que te pone buena cara mientras que por la espalda te está clavando puñaladas no merece la pena tenerla en la vida, así que no volváis a buscar Ru-demption porque no va a haber segunda oportunidad.
También (y aunque sea una chorrada) por fin me he tatuado dos cosas muy importantes para mi (que os voy a contar porque seguro que NO os interesa).
En el 2009 visité París y mi motivo principal era una exposición de Andy Warhol en el Grand Palais. Todavía recuerdo estar ahí paseando cuando saqué mi MP3 del bolsillo y me puse a escuchar música. En ese momento empezó a sonar Love Will Tear Us Apart de Joy Division y en ese preciso momento el tiempo se paró y esa atmósfera con esa banda sonora es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Cuando la canción terminó apagué el dispositivo y lo guardé. No quería estropear ese momento y desde entonces (y han pasado casi 10 años) cada vez que escucho esa canción me transporta a esa gran exposición donde me enamoré un poquito más del arte (y así he terminado, loca por los museos).
Desde finales de 2013 sufro de depresión y todavía me estoy intentando recuperar. Ha llegado un momento donde muchos días son buenos (ha pasado suficiente tiempo para que haya un balance positivo) pero cuando hay una mala conexión en mi cabeza me entra una ansiedad terrible y vuelvo para atrás. Antes había muchos más días malos que buenos pero ahora es al revés y estoy agradecida por ello. Una de las frases que más me ha ayudado en la vida (aparte de This too shall pass -que la primera vez que la escuché fue en un mensaje que un amigo me envió por privado de twitter en 2014-) fue y ha sido (y probablemente será) Ánimo, valiente de una canción de León Benavente. A pesar de todo lo malo que te pueda pasar, todo lo malo que otra gente te desee, ánimo, valiente que todo pasará y estará mejor.
Por último y para terminar el año lo he hecho por la puerta grande y empezando mi resolution de 2018: ir al gimnasio y ahora, si o si, tener una buena dieta (ya que aunque en verano empezara a seguir el realfooding, mi hermana vino una semana de vacaciones y perdí el ritmo.) Al día que estoy escribiendo esto, la noche anterior celebramos el cumpleaños de una amiga y comimos pizza y tarta de chocolate (guess what? Tengo granos que antes no tenía. Genial) y la verdad que la cena estaba bien pero no es lo que yo como ahora y me pasó un poco factura ya que, junto con las copas que tomé, me sentó fatal. Ya ves, quien me iba a decir a mi que en verano tomaba cervezas con la boca abierta a más no poder que en diciembre con un gintonic ya iría borracha... Y me tomé dos y medio. En el poco tiempo que llevo en el gimnasio yo ya he visto una mejoría en mi físico (y otra gente también, gracias por decirlo ya que motiva mucho para seguir) y de verdad que ahora mismo me encuentro bastante cómoda con mi cuerpo. Puedo subir las escaleras hasta mi casa sin ahogarme al final del camino y me encuentro muchísimo más ligera. La semana pasada me pesé y ahora ya peso 107 kilos. También me puedo sentar en sillas de los locales porque ya tengo espacio para hacerlo. Espero que 2019 siga igual de bien (o mejor) de lo que está terminando 2018.
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