Toda la fuente de inspiración a la hora de escribir estas
pequeñas ‘columnas de opinión’ (que, realmente, no se si catalogarlas así o,
directamente, decir que son cosas que expulso porque me ponen de los nervios.
Quizá llame a esta sección ‘¿Saben lo que me saca de mis casillas?’ como guiño
a Padre de Familia) es a través de twitter: porque veo algo raro, algo que me
enfada, algo que me perturba o, simplemente, algo sobre lo que puedo dar mi
opinión, tan valida como la de los demás. Y ya que tengo un blog en el que
escribo todo (o casi todo) lo que pienso, ¿porqué no comentarlo?
El tema sobre el que voy a hablar hoy es la tecnología. Pero
no lo típico de ‘ay el ordenador, ay el móvil, ay la tableta…’ no. Hay una
serie que hace bastante poco se ha estrenado en España a través del canal Amc
que se llama Humans https://www.youtube.com/watch?v=zr3pzYThiKk
y me ha dado mucho que pensar sobre la tecnología y como hacemos uso de ella.
Recuerdo cuando vi la película de Wall-E que me quedé
sorprendida al ver como la gente no se movía, iban en sillas que les llevaban
hasta el baño si hacía falta, los huesos eran tan débiles que siquiera se
podían mantener en pie… vamos, 100% de dependencia hacia la tecnología. Nunca
pensé que pudiera ser posible pero iba muy mal encaminada: ahora podemos ver lo
que hay en la nevera sin siquiera abrirla, podemos contestar a las llamadas del
teléfono sin siquiera tenerlo al lado: con un simple gesto de muñeca tenemos el
teléfono en el reloj y muchísimos ejemplos más. Hoy en día dependemos demasiado
de la tecnología. Por supuesto, estoy hablando fuera del ámbito laboral porque
muchas veces -por no decir casi siempre- la tecnología nos ayuda en este campo.
Por ejemplo, yo llevo dos veranos seguidos trabajando en una oficina de
información turística donde disponemos de ordenadores. Si no los tuviéramos y
si no tuviéramos internet, a la hora de comunicar cualquier tipo de actividad
cultural o de interés que se celebra en nuestro municipio tendría que llamar a
todos los hoteles, hostales y apartamentos de la zona (unos 100), además de a
todas las oficinas de información turística de la isla para que así, en algún
momento, puedan recomendarles nuestras actividades a sus clientes.
Pero, desde mi punto de vista, no eres más feliz ni mejor
persona ni más eficiente porque tengas una tecnología que los demás (y espero
que alguien más piense así, porque sino…) no consideramos necesaria. Puedo
vivir sin un reloj que me diga, mediante alarma, cuando tengo que tomarme una
pastilla. El día a día hace el hábito a una cosa y si cada día me tomo una
pastilla a las 6 de la tarde (obviamente, estoy pendiente de un reloj, en el
móvil o de la pared, de que lleguen las seis para poder tomármela), al cabo del
tiempo, mi cabeza a las seis me va a avisar de que me la tengo que tomar y sin
ni si quiera mirar el reloj. Esto es igual que tener el despertador a una hora
durante mucho tiempo: yo me levanto a las seis de la mañana de lunes a viernes
desde hace 4 años (los años que llevo en la carrera) y, por supuesto, tengo el
despertador a esa hora desde entonces. La mayoría de días, por no decir todos,
me despierto cuando faltan 5 minutos (de media) para que me suene el
despertador. Ya no me haría falta ni ponerlo pero como me conozco, solo hace
falta que lo quite para que justo ese día me quede dormida.
¿Necesitamos tecnología para vivir? Si, para que voy a
mentir. Hoy en día no puedes hacer nada si no tienes un ordenador o un móvil
que a la vez te haga función de éste además de una buena conexión a internet.
Pero, ¿te hace más eficiente? No. Todo lo contrario. La tecnología te hace
depender de ella hasta llegar a tales extremos donde cuando nos quedamos sin
Facebook, whatsapp o internet, nos volvemos unos tontos y unos torpes que no
sabemos hacer nada.
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