martes, 9 de junio de 2015

Los placeres del condenado - p. diecisiete


No es mucho:
supongo que como otros tantos
he sobrevivido a sangre y fuego,
amor malogrado,
choques frontales, borracho en el mar,
y he escuchado el mero sonido del agua corriente 
en bañeras
y deseado ahogarme
pero sencillamente no podía soportar que otros 
bajaran mi cadáver tres tramos de escalera
hasta las bocas abiertas de viejas cotillas. 

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