un sitio limpio, bien iluminado:
el muy vejestorio, se valía de su reputación literaria
para pescar una tras otra,
cada cual más joven que la anterior.
Le gustaba quedar con ellas para almorzar con
vino
y él hablaba y escuchaba o que
decían.
La mujer o novia que tuviera en ese momento
estaba hecha para
entender que ese tipo de cosas le hacían
sentirse 'joven otra vez'.
Y cuando los almuerzos se convertian en algo más
que almuerzos
las damiselas competían por irse a la cama con
este
genio
literario.
Entretanto, seguía escribiendo,
y a altas horas de la noche en su bar favorito
le gustaba hablar de literatura y de sus aventuras
amorosas.
En realidad, no era más que un borracho
al que le gustaban as jovencitas,
que se escribía a sí mismo
y hablaba de literatura.
No era mala vida.
Era sin duda más interesante de
o que hacía la
mayoría.
Por un tiempo fue probablemente el
escritor más famoso del
mundo.
Muchos intentaron escribir como él
beber como él
actuar como él
pero él era genuino.
Entonces la vida empezó a
ponerse al día con él.
Empezó a envejecer rápidamente.
Su corpachón empezó a atrofiarse.
Estaba haciéndose viejo
antes de tiempo.
Al final llegó al punto de no poder
escribir nada más,
'es que ya no me viene'
y los psiquiatras no pudieron
hacer nada por él, sólo
consiguieron que empeorase.
Entonces se aplicó su propia cura,
una mañana temprano,
solo
igual que había hecho su padre
muchos años atrás.
Un escritor que ya no puede escribir
nada está muerto
de todas formas.
Él lo sabía,
sabía que lo que estaba
matando estaba ya
muerto.
Y entonces los críticos
y los parásitos
y los publicistas
y sus herederos
se acercaron
como buitres.
Foto: Bora Bora -Ibiza- cuando fui contigo. no volveré

No hay comentarios:
Publicar un comentario