miércoles, 16 de diciembre de 2015

Los placeres del condenado - p. veinte

el angel que lo llevaba en su silla de ruedas:
hace mucho tiempo editaba una revista 
era en San Francisco
en la época de los beat
cuando los experimentos de recitales poéticos con jazz
y lo recuerdo porque nunca me devolvía los manuscritos 
a pesar de que le escribía muchas cartas, 
cartas humildes, cartas sensatas, y, al final, cartas violentas;
me cuentan que se ha tirado desde una azotea
porque una mujer no lo amaba.
no importa. cuando volví a verlo 
iba en silla de ruedas y utilizaba una botella de vino para mear;
escribía poesía muy delicada
que yo, naturalmente, no entendía;
me firmó un ejemplar de su libro
(que según dijo no iba a gustarme)
y una vez en una fiesta lo amenacé con carle una hostia y 
yo estaba borracho y él se echó a llorar y 
me dio pena, así que le dia al primer poeta que pasaba por allí
en la cabeza con su botella de mear; vamos,
que llegamos a entendernos al fin y al cabo.
tenía una mujer muy delgada e intensa
que lo llevaba a todos lados, era sus brazos y piernas y
quizá por un tiempo 

su corazón. 



Ilustración - Hisashi Tenmyouya



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